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Reportajes extensos sobre todo aquello relacionado con nuestras computadoras.

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CAPÍTULO 1:  DE NIÑO JUGUÉ CON DAMAS Y BOTELLAS.  

Debo ser muy mayor porque recuerdo esa época en que los niños no teníamos ordenador, consola, smartphone ni tablet. Esa época de mi niñez en que la tecnología era para mí la televisión, la cámara de Super 8 y los coches teledirigidos con cable. 

Lo normal para los niños de mi edad era jugar haciendo el bruto: pegarnos, correr, levantar las faldas a las chicas, sacarles motes a los profes o pensar en la próxima trastada que superara a las de los demás. A veces, también era un niño bueno y jugaba a cosas más pacíficas como el escondite, a policías y ladrones (bueno, esto no era pacífico pero disparábamos con los dedos de la mano), al fútbol, al monopatín y a algo raro para nuestra incansable energía, un divertimento en el que estábamos sentados: los juegos de mesa. 

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CAPÍTULO 2: DESCIFRANDO JEROGLÍFICOS COMO INDIANA JONES.

Como ya os he contado, el ajedrez fue un juego que siguió unido a mi vida de niño pero sin tener mayor o menor importancia que otros como el Monopoly o el escondite. Jugué poco porque no tenía con quién hacerlo. Nadie de mi alrededor sabía ni quería aprender ese juego con reglas tan complicadas. 

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CAPÍTULO 3: MIS AMIGOS NO TENÍAN TELEVISIÓN Y ESCUCHABAN A BEETHOVEN.

Ser un estudiante de instituto me cambió por dentro y por fuera. Me hice más mayor y más idiota. Haced el favor de colocar vosotros lo que va dentro y lo que va fuera. ¡No lo voy a hacer yo todo!

Con más calma, reflexiono ahora que fue una pena haber dejado atrás a aquel niño rubito que yo fui. En BUP (para quien no lo sepa, así se llamaba al bachillerato) suspendía mucho pero conseguía ir pasando de curso. Estaba claro que tonto no era, pero a vago me ganaban pocos. Mi dejadez estudiantil me obligaba a dedicar parte de los veranos a la recuperación de asignaturas, ¿veis como era idiota? 

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CAPITULO 4: EL BUSCAVIDAS DEL TABLERO

El servicio militar, la mili, me llevó por el azar del sorteo a tener que pasarme un año en Ceuta. Época de mal recuerdo vestido de caqui y alejado de mis familiares y amigos. La instrucción militar, las prácticas de tiro, cumplir órdenes, los arrestos, las guardias, las maniobras…todo un rollo absoluto que recuerdo como una pesadilla. Un lugar donde te intentaban domesticar y donde, en realidad, te volvías más chungo y te maleabas para sobrevivir.

Cuando ya era veterano en el cuartel, tenía tanto tiempo libre durante las aburridas tardes que si no me emborrachaba, me escapaba para dar una vuelta o me cansaba de putear a algunos de los chavales novatos; pasaba tiempo en la biblioteca leyendo libros sobre algunos de mis temas preferidos, el cine y también el ajedrez. Seguía interesado por aprender más cosas de ajedrez, su historia, aperturas, celadas. No tenía mucho sentido porque allí solamente recuerdo jugar con otro chaval alguna partida. No era un juego con tantos seguidores como el póquer o el “vamos a putear a ese pardillo”. 

Napoleon

CAPÍTULO 5: NAPOLEÓN, UN ESTRATEGA EN MADRID

Madrid, 1990. El trabajo me había llevado hasta allí y yo que solamente había ido a la capital de España con mis padres y hermanos cuando era niño (visita al zoo incluida), ahora tenía que acostumbrarme a que Madrid era mi nueva ciudad donde iba a vivir.

Se acabó lo de estar en la casa familiar. Tuve un largo peregrinaje por pensiones, pisos compartidos y hasta habitaciones compartidas en pisos compartidos, para al final ir estabilizándome con más o menos fortuna. Ahora no tenía muchas de las comodidades de mi vida anterior y en algunos de estos pisos ni siquiera tenía televisión. El ajedrez fue una de las opciones que salió en mi rescate como entretenimiento.

PROFESORA

CAPITULO 6: LA TRAVESÍA EN EL DESIERTO Y LA PROFESORA DE MATEMÁTICAS

Esta parte de mi relato hasta dejar de ser un coleccionista novato de computadoras de ajedrez, es como una travesía en el desierto porque fue una época en la que el ajedrez se convirtió en algo secundario en mi vida.

Madrid me llevó de la mano por el camino de ir avanzando en la veintena de edad. Pasé de compartir piso con colegas a hacerlo en pareja. La vida es así, uno toma decisiones y crece con ellas. Creo que a eso le llaman madurar.

© Chess Computer Coleccionistas (2021)