
CAPÍTULO 7. SE NOS GASTÓ EL AMOR DE TANTO USARLO Y VIAJAMOS A UN UNIVERSO PARALELO
Pasaron los años, muchos años, más de 15, y mi amor con la Novag Super Nova se fue apagando. Es verdad que la usé mucho, jugué infinidad de partidas con ella pero como suele pasar en las relaciones muy largas, se nos gastó el amor de tanto usarlo.
Mi vida se definía en cambios: traslados de lugar de trabajo, mudanzas de casa, rupturas de pareja y siempre, pasara lo que pasara, Super Nova venía conmigo. Pero un día, no me explico todavía como pasó, la miré fijamente, dejé de disimular y le dije con sinceridad (como si ella pudiera escucharme), que nuestra relación había terminado. Habíamos perdido la llama del principio y lo nuestro se había convertido en pura rutina.
Ese día entré en Internet con la clarísima idea de desprenderme de ella. Busqué como venderla a un precio razonable y acabé entrando en un foro donde hablaban de aparatos electrónicos y allí con todo mi dolor, anuncié su venta. Claro que ¡como iba a imaginar yo que una computadora que me había costado 50.000 pesetas (300 euros actuales) solamente se cotizaba en unos 30 eurillos! Mi Super Nova había perdido un 90% de su valor y eso sí que no lo podía consentir. Definitivamente decidí no venderla y tal vez ese fue el paso más importante que di en mi vida para empezar a ser un coleccionista novato de computadoras de ajedrez.